¿Socio o no socio?

  • Parte del discurso de emprender es que no vayas solo, sino acompañado porque, al mejor estilo del proverbio africano, eso te ayudará a llegar lejos. Sin embargo, no es algo que se pueda cumplir siempre.

Manny Becerra - Unsplash

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Encontrar un socio que no piense en “yo” sino en “nosotros” es una especie de suerte y no me refiero sólo a buscar a un extraño o a un colega; no siempre tus amigos o familiares quieren montarse en ese tipo de aventura.

Seguro a alguno le pasó que cuando contó que iba a emprender algo todos se quedaron atónitos, como si estuvieras loco y evitando tocar el tema por algún motivo o simplemente no te siguen la conversación. Pero a eso le veo una explicación bastante sencilla: no es algo común en tu entorno, así que tranquilo.

Ahora, todos recurrimos a la otra capa, los compañeros obtenidos en maestrías, cursos, trabajo, comedor, entrenamientos, etc. ¿Tampoco? Ok. No siempre tendrás un “partner in crime”, pero que eso no te haga desistir.

No es que será más difícil, sólo tendrás un poco más de trabajo, pero desarrollarás algunas habilidades:

1. Aprenderás a:

  • Reflexionar de manera más rápida sin que esto te abstraiga de tu momento presente, por lo que te ayudará a resolver problemas y tomar decisiones.

  • Tomar decisiones.

  • Sacar lo bueno de todas las situaciones.

  • Pensar de manera positiva y a ser más optimista.

2. Serás capaz de:

  • Ver las críticas y comentarios negativos de manera objetiva, sin tomártelo personal. Esto es importantísimo, porque te hará más libre.

  • Prever visualizando escenarios y consecuencias.

  • Aprender cosas nuevas.

3. Te hará:

  • Más responsable de tu situación, ya que sabes que sólo depende de ti que algo suceda.

  • Más consciente de la situación y esto te ayudará a centrarte en tus objetivos.

4. Te automotivarás y encontrarás un motivo para seguir, sí, en el primer caso aprenderás a dialogar de manera efectiva y positiva contigo mismo, sabrás decirte aquello que te hará sentir bien y también serás capaz de recordarte porqué empezaste, este es tu motivo.

5. Es muy probable que:

  • Te conviertas en tu super héroe –suena algo cursi- y te retes de manera constante a romper barreras que antes creías imposible.

  • Te conviertas en autodidacta, porque te verás obligado a aprender todo aquello que no sabes y a desaprender lo que ya sabes para enriquecerlo con conocimiento actualizado.

6. Desarrollarás la autocrítica, pero en este caso no seas tan duro contigo mismo, es mejor tratar de ser objetivo y resolver. Recuerda que lo perfecto es enemigo de lo bueno y aún más del arranque.

Tener un socio no siempre es necesario, pero claro no le vamos a quitar el crédito de tenerlo puede ser de mucha ayuda, ya que a uno se le puede ocurrir algo que al otro no.

Lo complicado es cuando tienes un socio que no aporta y este se convierte en algo que te estanca en lugar de avanzar juntos, por lo que antes de saber si te vas solo o acompañado hay que considerar algunos puntos para hacer de esta una grata experiencia:

  • Buscar compañía por temor: como en el amor. Debe ser una decisión que aporte, estratégica y complementaria, sino será una inútil dependencia.

  • Hablar el mismo idioma: es importante que ambos le dediquen tiempo, que entienden de qué se trata y los apasione. Por ejemplo, si van a poner una panadería para perros, no te conviene un socio cuya pasión sea construir edificios.

  • Compromiso: como en el amor, sólo si se trabaja a diario, alcanzando metas y metiéndole ganas se sale adelante. Es necesario que ambos tengan claro que van a un mismo objetivo, hombro a hombro.

  • Escala de valores: ¿cuáles son tus valores? ¿Coinciden con los de tu socio? En esto deben estar en sintonía, porque es lo que marcará la cultura empresarial, su identidad, es el cómo se hacen las cosas y es a lo que se sumarán quienes pasen a formar parte de tu empresa en el futuro.

  • Roles y complementos: ¿quién lava y quién cocina? Tal cual, deben complementarse en la gestión y tener claro los roles que cada uno cumplirá, de ser posible, deben cubrir las áreas estratégicas.

  • Aceptar que es una sociedad: en algunos casos, uno de los socios asume la postura de principal, sea porque se le ocurrió la idea, tenía el proyecto hecho, puso el billete para la inversión o porque así lo decidieron el o los otros socios, en otros, existen acuerdos de partes iguales. Cualquiera que sea el tuyo, es necesario estar conscientes de la participación que tiene cada uno, respetar, considerar y evaluar la opinión de todos. Lo peor que pueden hacer es asumir posturas no otorgadas, incomodando a los demás y arruinando la relación que están construyendo.

  • Confianza y empatía: ¿te emociona reunirte con tu socio? ¿Sientes esa vibra de buenas energías y vitalidad? ¿Pueden hablar con franqueza? ¿Sientes que están conectados? ¿Son capaces de llegar a acuerdos constructivos? ¿Pueden hacerse comentarios y comprenderse mutuamente? ¿Son capaces de resolver inconvenientes con madurez y sin fracturar la relación? ¿Podrían pasar la tarde tomándose un café y conversando? Hazte estas preguntas antes de entrar en una sociedad; aunque muchas veces las respuestas cambian con el tiempo, quizá la intuición podría dar alguna pista. Pon atención a lo que sientes cada vez que te reúnes con tu socio, la sensación que te deja, esta es sabiduría milenaria y es la habilidad de comprender o percibir algo con base en la experiencia, está guardado en tu interior.

  • Aporte real a la empresa: No se trata de quién pone más y quién menos, sino de que se cumplan los compromisos asumidos, si sólo uno trabaja y el otro no, deben conversar para mejorar su gestión y ver si les conviene seguir juntos.

  • Ver el interés real del socio: ¿quieres ser un actor participativo que se pone la camiseta y arrima el hombro o sólo ser un socio accionista que perciba ingresos adicionales sin mayor participación? De esto depende el rol que asuman y quién toma las decisiones sobre la gestión diaria.

  • Conoce su reputación: pregunta a otros su opinión sobre esta persona, si han trabajado juntos cuáles fueron los resultados, su desempeño, etc. La reputación siempre precede y ayuda a evitarte sorpresas.

Por último:

  • Hazlo oficial con un contrato: no basta con acuerdos verbales o apretones de mano, dejen todo claro sobre el papel.

  • Tengan una charla bastante franca: digan cómo son, qué esperan del otro y cuál es su forma de trabajar, sean muy abiertos para que puedan decidir si se embarcan en la aventura o mejor evitan dañar una relación.

  • Observa sus reacciones: cómo reacciona ante lo que le incomoda, cómo resuelve las diferencias y las habilidades emocionales de ambos pesan en una relación de trabajo. No digo que debe ser el paraíso, pero tampoco un infierno.

Antes de tomar la decisión, sé franco contigo mismo y tu forma de ser, cada persona es un mundo diferente, culturas, costumbres, formas de ser, hablar, etc. Eso importa muchísimo, porque si la persona a la que estás mirando para una sociedad y empezar un emprendimiento no es capaz de acoplarse o tú no eres capaz de acoplarte, esto va a resultar un corsé de talla pequeña, que aprieta demasiado y en algún momento se va a terminar abriendo.

Un mal socio no solo fractura una buena relación previa, sino que puedes perder dinero, tiempo y afectar tu reputación.

 
 
Hola, soy SeleneAyudo a emprendedores, marcas personales y organizaciones del sector público a gestionar mejor su comunicación para que logren sus objetivos y cuiden su imagen, reputación y credibilidad.

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